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viernes, 31 de julio de 2009

¿Qué sentimos por nuestros antepasados?

Por Gonzalo A. Luengo O.

La idea de este blog no es sólo entregar datos genealógicos o dar noticia de las investigaciones que llevo a cabo. Deseo ir más allá siempre que pueda. Y ahora quisiera demostrarlo.

¿Qué sentimos por nuestros antepasados? De seguro varias personas que investigan sus orígenes sabrán dar una respuesta interesante a esta pregunta. Existen razones personales, de tradición familiar y hasta religiosas para decir que los ancestros de una persona significan mucho. Está el caso de la religión mormona, por ejemplo, en que ir avanzando en la genealogía personal significa estar conectado espiritualmente y para siempre a los ancestros. Hay otros que heredan una propiedad u objeto que ha sido traspasado por generaciones; aquellos bienes resumen la importancia que le dan a su pasado familiar. Y también se encuentran aquellos que pertenecen a familias icono de alguna causa o característica (como la nobleza o la política).

Los antepasados constituyen, entonces, un concepto de valor para muchos. Sabiendo la importancia de la familia como base de la sociedad, esto cobra aún más trascendencia. Y si de familias y genealogía se trata, existen aquellos clanes que han sido particularmente estudiados hasta nuestros días. Mucho se ha dicho de ellos, pero ¿qué tienen que contarnos sus actuales exponentes?

En este primer artículo para Genes de Familia deseo que vean junto conmigo qué sienten los integrantes de dos familias investigadas y expuestas en diversa bibliografía genealógica: Los Niño de Zepeda y los Irarrázaval.

Se contactó a un miembro de cada una de estas familias (ya sea por e-mail o redes sociales como Facebook). Uno es representante de la rama mayor de su familia. La otra, hija de un representante. Cada uno respondió a un cuestionario, cuyas respuestas se analizan a continuación.


Los Niño de Zepeda

Gabriel Niño de Zepeda Valenzuela es el representante de la rama mayor de esta familia, siendo parte de la XIII generación contando desde el fundador de la misma en Chile, Gabriel de Cepeda y Niño, nacido en Talavera de la Reina en 1531 y venido a estas tierras por 1552.



Los Niño de Zepeda: Gabriel (primero de pie de izquierda a derecha) y sus primos, representantes de la XIII generación de la familia en Chile. (Fotografía enviada por Gabriel Niño de Zepeda Valenzuela).


Creo que de las cosas que más me ha llamado la atención de esta familia es saber que el hijo mayor del fundador, Juan Niño de Cepeda y Escobedo, era intérprete entre indígenas y autoridades de Mendoza a fines del siglo XVI. Pero debe haber más datos inéditos. Y es que al tener contacto con Gabriel Niño de Zepeda Valenzuela, inferí que tiene más anécdotas familiares de tiempos bastante antiguos. Al leer a Gabriel, es posible darse cuenta de la importancia que tiene para él la historia de su familia y cómo él mismo se ha interesado en descubrir más de sus antepasados. La familia como transmisora de valores y las condiciones sociales de la misma surgen como temas en sus respuestas.

¿Cuán importante es para ti el saber la historia de tus antepasados?

Desde pequeño fui influenciado por mi abuelo, por el gusto por la historia... [Así] me interesó el estudio de mi familia. Me imaginaba a mis antepasados con sus ropas y costumbres en los siglos XVI, XVII... Buscaba en libros históricos y de actas de la época, información con respecto a cierta persona en cierta época, tratando de averiguar que había hecho o incluso qué opinaba en ciertos periodos de la historia.
¿Qué significa para ti ser el representante de la rama mayor de una familia cuyos orígenes se remontan hace tanto tiempo atrás y llevar el nombre del fundador de ella en Chile?

En realidad me siento orgulloso de representar el legado de la familia, así como muchas familias anónimas en Chile han aportado con cada generación en diferentes ámbitos de la sociedad, lo que es Chile hoy.

¿Tiene tu familia recuerdos materiales como cartas o reliquias de sus ancestros?
Hay algunas cosas, pero son más recientes... Las tierras se fueron perdiendo con el tiempo y creo ahora no queda casi nada.
Gabriel es capaz de reconocer en su linaje una característica indiscutida de la evolución de la familia chilena a través de los siglos: Se pasa de una sociedad en que los cargos militares, políticos y religiosos surgen, casi exclusivamente, como la meta o tope de lo que alguien podía esperar hacer en su vida. Y el no estar bien relacionado socialmente podía ser un impedimento. De eso se llega hasta hoy, en que el desarrollo profesional y universitario es visto como un buen camino para surgir o seguir viviendo bien, algo a lo que cualquiera puede aspirar.

¿Sientes que tu familia se preocupa de mantenerse en una condición social igual o mejor a la de sus antepasados?

La "condición social" en un principio fue político-militar con cargos importantes en la Conquista y la Colonia. Luego, después de la Independencia, se tornó hacia la agricultura y luego a lo profesional... Pero más que la condición social lo importante que se ha traspasado siempre en cada generación han sido los valores e ideales, que aunque parece cliché, han sido intachables desde 1552.

Gabriel nos muestra además su visión de cómo los estudios genealógicos deberían ser.
Lo interesante de la genealogía más allá del aspecto "social" con que siempre se mira, son los aportes históricos y las interconexiones familiares que se encuentran en su estudio...
Estas últimas palabras de Niño de Zepeda sin duda hacen reflexionar acerca de las familias estudiadas en importantes publicaciones, como la Revista de Estudios Históricos o la saga de Familias Fundadoras de Chile (donde el mismo Gabriel aparece). El "aspecto 'social' con que siempre se mira" a la genealogía, tal vez sea el tope para no publicar mucho acerca de familias reconocidas como de origen humilde, como los Parra o las de Pablo Neruda y Gabriela Mistral. Sin embargo hay que tomar en cuenta que por el mismo hecho de ser humildes es que son tan difíciles de estudiar. En el caso de los poetas antes mencionados, hubo que esperar al segundo tomo de Familias Fundadoras de Chile para saber su conexión al famoso tronco de la familia Gaete. Los propios autores daban cuenta en el primer libro la dificultad de unirlos a "La Gran Familia Chilena".


Los Irarrázaval

Si de linajudas familias chilenas se trata, los Irarrázaval llevan la batuta junto a los Larraín. Uniones a las estirpes de los Condes de Quinta Alegre, de la Conquista y de Casa Tagle de Trasierra, la misma familia Larraín y yendo más atrás en el tiempo, a la casa ducal de Gandía (ahora presidida por la Duquesa de Osuna, Ángela Téllez-Girón), a los Vizcondes de Santa Clara de Avedillo (primer título nobiliario entregado a un chileno, quién también fue un Irarrázaval), a los Marqueses de Valparaíso... En fin, las familias nobles vinculadas a los Irarrázaval pueden hacer una lista bastante larga. De hecho, el mismo representante de la rama mayor en su XIV generación de esta familia establecida en Chile en el siglo XVI, Fernando Irarrázaval Eyzaguirre, es el actual Marqués de la Pica(1), título que, dentro de los que actualmente ostentan chilenos, es el de mayor antigüedad. Aunque en sí misma, la nobleza de la familia se ha construído con cada exponente. Como ejemplo, Fernando Irarrázaval Mackenna, quinto titular del marquesado, dio origen al balneario de Papudo, obsequió el edificio de la biblioteca a la Universidad Católica (donde el hijo del actual marqués estudia), fue condecorado por el Papa con la Gran Cruz de San Gregorio el Grande, etc. La genealogía de los Irarrázaval, familia única con ese nombre en nuestro país, cuenta con otras docenas de personajes históricos y trascendentes: Alcaldes, parlamentarios, eclesiásticos... Seguir hablando de esto sería volver a repetir lo que cualquier libro dice. Pero, ¿qué opina la familia en la actualidad? De forma bastante escueta, Elisa Irarrázaval Gutiérrez, hija del marqués, ha dado a entender claramente su opinión acerca de una familia que ya lleva 450 años en Chile y de la que se asegura se vino por completo al país desde España. En la península prácticamente no hay nadie con este apellido.

Al preguntar por el título que lleva su padre, Elisa dice:
Yo ni mi hermana sabemos mucho del título porque no tiene mucha utilidad hoy en día.


Y es que es cierto, tener un título, en la práctica, no sirve de nada en la actualidad. Las razones por las que el IX Marqués de la Pica gastó en viajes, trámites y pago de impuestos para ostentar el marquesado, son desconocidas para mí. Lo cierto es que, de acuerdo a Elisa, ni ella ni su hermana Paula (heredera legalmente del título en España al ser la mayor de los vástagos) tendrían interés en reclamarlo en algún momento. Y en caso de que el primogénito, Fernando Borja Irarrázaval Gutiérrez, tampoco se interesara, tengo la teoría de que el marquesado de la Pica, tal vez, termine en manos de alguien cercano familiarmente a quien fuera el octavo titular.

Pero si de familia se trata, en 2007 la Casa de la Pica estaba obligada a asistir en CasaPiedra a la fiesta que celebró los cuatro y medio siglos de la llegada a Chile de Francisco de Irarrázaval y Martínez de Aguirre(2), el fundador de la familia y paje del rey Felipe II de España cuando este último aún era príncipe. Elisa estuvo en el festejo.

Fui a la comida de los Irarrázaval. Estuvo muy entretenida: Mostraron la historia y los grandes logros que hemos logrado a través de la historia.

El fundador de la familia nació en 1536 en Deva, una localidad en la costa vasca. En ese contexto pregunto a Elisa si ha viajado a ese lugar.

Yo he ido a España, pero a Barcelona y Málaga.

Reconozco que no pregunté por la importancia que le daba a sus antepasados, pero no fue necesario. De golpe, Elisa declara:

No siento ninguna conexión con mis antepasados ya que por cinco generaciones o más hemos vivido en Chile.

Esto demuestra que ser parte de una familia que ha marcado historia y de la que se puede saber algo yendo a cualquier biblioteca, no significa, necesariamente, sentirse muy ligado a ella. Lo último que dice Elisa me hace pensar en cómo uno puede sentir valor y "conexión" con los antepasados. Trataré de responderlo dando cuenta de mi propia experiencia: Mi genealogía la he construido por mi mismo y/o con la ayuda de familiares. Todo a punta de esfuerzo, horas viendo microfilmes o de pie en una oficina del Registro Civil tomando notas de registros. Pero en un punto, encontré uno de mis antepasados mencionado en una genealogía ya hecha: Eso significó tener de un momento a otro antecedentes de antepasados míos hasta el siglo XV. Pero sin embargo, me cuesta sentir una conexión con esos ancestros descubiertos tan rápidamente. Tal vez a Elisa le pase lo mismo, de ella no nació la inquietud de saber de sus antepasados ya que, al menos por el lado de su padre, las cosas están claras desde siempre. Por mi parte, mis antepasados "descubiertos" por mi mismo tienen valor. De hecho sé de memoria mi genealogía hasta la sexta generación (e incluso un poco más por algunas ramas si la memoria me rinde). Pero pregúntenme si, de la misma forma, sé los nombres de mis antepasados que otros ya habían investigado: Sencillamente no recuerdo más que uno o dos nombres y algunos apellidos más. Cuando las cosas surgen del propio esfuerzo de la persona tienen siempre un valor especial. Ese es el punto: Cuando uno tiene algo desde siempre, poca importancia le damos (como es el caso de Elisa. O el mío, con las consecuencias de tener a un antepasado incluido en una genealogía ya hecha). Pero cuando no las tenemos y hacemos algo para conseguirlas, nunca olvidamos su importancia.

Gonzalo A. Luengo O.





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Bibliografía consultada

Retamal Favereau, Julio et al., 1993, Familias Fundadoras de Chile. Vol. I. 1540-1600, Santiago, Chile, Editorial Zig-Zag. Páginas 221-226 y 329-347.

Notas

(1)
ORDEN de 9 de enero de 1998, 1998, Boletín Oficial del Estado Nº 37, Madrid, España, 12 de febrero, 5161.

(2)
Los Irarrázabal cumplen 450 años en Chile, 2007, El Mercurio, Reportajes, Santiago, Chile, 2 de diciembre.

Links


Marquesado de la Pica en Wikipedia